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55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo y puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba de pie a la diestra de Dios. 56 Y dijo:

—¡He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre de pie a la diestra de Dios!

57 Entonces gritaron a gran voz, se taparon los oídos y a una se precipitaron sobre él.

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